¿𝗘𝗹 𝗽𝗮𝘀𝗮𝗱𝗼 𝘀𝗲 𝗵𝗲𝗿𝗲𝗱𝗮?
- mluisaaguileras
- 10 mar
- 1 Min. de lectura
Actualizado: 24 mar
Hay heridas que no empiezan en nosotros, pero nos habitan. Dolencias sin nombre que llevamos como si fueran propias, hasta que un día nos damos cuenta de que su raíz es más antigua que nuestra propia historia.
Crecimos en familias donde el miedo se escondía detrás de normas estrictas, donde la tristeza nunca se mencionaba, donde el afecto llegaba con condiciones. Aprendimos a no llorar, a no molestar, a ser fuertes… aunque por dentro algo se rompiera en silencio.
Sin darnos cuenta, repetimos patrones. La ansiedad que sentimos ahora puede ser el eco de generaciones que vivieron en alerta. La dificultad para confiar, una respuesta aprendida en entornos donde la vulnerabilidad no era segura.
No siempre es fácil mirar hacia atrás. Pero a veces, detenernos a escuchar lo que nos pesa es la única forma de soltarlo. De decidir qué queremos seguir llevando y qué es momento de dejar atrás.

No todo lo heredado nos pertenece.
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